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Aguadra a la SIDE y una guerra que nunca terminó

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El arribo de Auguadra a la jefatura de la SIDE reconfiguró un tablero que nunca está quieto. Ex titular de la División de Asuntos Internos, contador recibido en la Universidad de Morón y hombre de perfil bajo, su carrera se movió siempre entre auditorías, control de fondos reservados y asesorías fiscales. Un técnico discreto que, sin embargo, carga con un antecedente poco conocido: a mediados de los 2000 fue propuesto para integrar el directorio del Banco Ciudad.

El Gobierno sostiene que su desembarco inaugura una “segunda fase de transformación institucional”, orientada a profesionalizar estándares, modernizar sistemas y profundizar controles. En la práctica, su promoción desde un área de fiscalización hacia la conducción operativa es leída por analistas como un movimiento que refuerza la influencia de Santiago Caputo en la arquitectura actual de los servicios.


Una SIDE que nadie termina de gobernar

La SIDE —o AFI, SI, según la época— es un organismo que muta de nombre pero no de esencia. Siempre aparece atravesado por escándalos, internas virulentas y operaciones que ningún gobierno logra domesticar del todo. Ex funcionarios la describen como una estructura “ingobernable”, donde la lealtad dura lo que dura la conveniencia.

La inteligencia está para servirle a la patria y al presidente, pero siempre hay algún vivo. Obvio, estamos en Argentina y de esos sobran”

Menciona nuestra fuente.

Stiuso vs. Milani: la guerra que nunca terminó

Las fracturas internas se cristalizan en casos como el de Stiuso y Milani, cuya tensión —iniciada en 2013— escaló tras el crimen del fiscal Nisman. Operaciones cruzadas, filtraciones y contraoperaciones fueron parte de una guerra fría doméstica donde ningún actor quedó bien parado. La muerte del fiscal que investigaba la AMIA expuso un sistema donde las líneas internas de espionaje compiten, se sabotean y manipulan causas judiciales a voluntad.

Espionaje internacional y topos rusos

Argentina, por ubicación y debilidad estructural, es terreno fértil para potencias. El caso de los espías rusos que vivieron durante años con identidades falsas es apenas una muestra. El país está en el radar de servicios extranjeros y también de organizaciones que explotan sus grietas institucionales.

Impacto estructural

La reputación de la comunidad de inteligencia argentina está dañada desde hace décadas. Las internas y escándalos erosionan la confianza pública, mientras jueces y fiscales quedan atrapados en maniobras que alteran investigaciones sensibles. El caso Nisman es un ejemplo extremo, pero no aislado.

Una guerra sin retiro posible

En Argentina, nadie se retira del todo. Un ex agente puede intentar rehacer su vida, pero sigue atado a secretos que pueden costarle caro. Algunos vuelven como asesores, otros arman consultoras, algunos se van al exterior… y unos pocos esperan su oportunidad para aspirar a los cargos más codiciados: los “señor 5” y “señor 8”.

El factor Caputo

Santiago Caputo, actual arquitecto de la reconfiguración de la SIDE, es descrito por viejos agentes como un dirigente “joven, y ambicioso y cada vez más formado”. Para algunos, tarde o temprano terminará al mando total de los servicios; para otros, sería un error, porque la mística cinematográfica no existe y todo se reduce a poder, discrecionalidad, plata y chusmerío. “En este mercado un pedo de Alberto Fernández puede valer millones“, ironiza la fuente consultada.

Conclusión

La SIDE es un organismo que muta, se disuelve, reaparece y genera nuevas células de poder en cada ciclo político. La llegada de Auguadra no pacifica nada: apenas reordena una guerra silenciosa, interminable y profundamente argentina.

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