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Los años perdidos de Jesús y el peligro de una interpretación Literal de la Biblia

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Jesus

¿Dónde estuvo Jesús entre sus 12 y 30 años?

La biografía oficial de Jesús presenta un vacío que incomoda tanto a teólogos como a historiadores: desde los 12 años, cuando dialoga con los sacerdotes en el Templo, hasta los 30, cuando reaparece para iniciar su misión pública. Dieciocho años borrados, dieciocho años que ninguna autoridad religiosa logró explicar sin recurrir al silencio o la negación. Pero en los manuscritos tibetanos citados por Notovitch, ese silencio se rompe: según esos documentos, Jesús —entonces llamado Isa— habría abandonado secretamente su hogar para evitar un matrimonio obligatorio y comenzó un viaje hacia la India, centro espiritual más antiguo que Egipto y cuna de tradiciones que influyeron en textos sagrados de múltiples culturas.

Los relatos alternativos indican que estudió en Jagannath, Puri, un enclave destinado a los peregrinos dedicados a Jagannath, “Señor del Universo”, un concepto que conecta con la conciencia universal presente en las tradiciones védicas. Allí, Isa habría sido instruido en la naturaleza inmanente y trascendente de lo divino, noción que más tarde reaparecería en la interpretación mística del cristianismo primitivo. Esta lectura conecta con la idea, sostenida por pensadores como Yogananda, de que los sabios de Oriente ya reconocían en Jesús una conciencia elevada, motivo por el cual el nombre Isa —Señor— le habría sido otorgado desde su nacimiento.

Mientras el relato tradicional evita estos vínculos, la línea hermética sostiene que los textos religiosos no deben leerse literalmente. El milagro de convertir el agua en vino, por ejemplo, puede interpretarse como una metáfora de transformación económica o de transmutación espiritual, en consonancia con la tradición de Hermes Trismegisto. Hermes, representado con una mano hacia arriba (el tiempo, la salud, lo divino) y otra hacia abajo (la materia, la riqueza, lo que permite construir), expresa la ley universal “Como es arriba, es abajo”, base del pensamiento alquímico.

La otra interpretación de INRI

En ese marco surge también una reinterpretación de un símbolo cristiano que la Iglesia presenta desde hace siglos de forma puramente literal: INRI. Si bien la lectura histórica clásica indica Iesvs Nazarenvs Rex Ivdaeorvm, en la tradición hermética INRI representa los cuatro elementos de la transmutación:I – Ignis (Fuego)N – Natura (Tierra / Naturaleza)R – Regeneratio (Regeneración / Agua)I – Ignis o Iterum (Fuego o Espíritu / Aire) Esta lectura sostiene que la cruz no solo declaraba un motivo de condena, sino un mensaje simbólico sobre la naturaleza del ser humano y su transformación interior.

Para los hermetistas, la muerte de Jesús implica un proceso alquímico donde los elementos se purifican y renacen, igual que en el proceso de la obra filosófica. Lo que la tradición religiosa canonizó, las escuelas esotéricas reinterpretaron como una guía velada sobre el poder de la conciencia y la unidad entre lo material y lo espiritual.


La pregunta central permanece: ¿viajó Jesús realmente a la India o se trata de una reconstrucción tardía? No existe una verificación definitiva. Lo que sí está claro es que los silencios del canon y la existencia de tradiciones paralelas abren un territorio de tensiones donde conviven historia, mito, política religiosa y una sed permanente de sentido. Sean reales o simbólicas, estas narrativas revelan algo más profundo: cada época reescribe a Jesús según sus propias preguntas y sus propios miedos. Y, como siempre, la versión oficial jamás es la única que circula.

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