Dos empresas cordobesas desarrollan en secreto un sistema láser capaz de inutilizar drones y reactivan sospechas sobre proyectos militares ocultos en Argentina

Un arma portátil creada sin apoyo estatal, tecnología de precisión a 300.000 km/h y nuevas preguntas sobre el giro militar del país

Dos empresas radicadas en la provincia de Córdoba trabajan en silencio en un desarrollo que, de confirmarse, podría redefinir la defensa moderna argentina: un sistema láser portátil capaz de cegar drones en pleno vuelo. Sin apoyo del Estado y financiado únicamente con fondos propios, el proyecto apunta al corazón de la guerra contemporánea: el sistema electro-óptico de los drones, su “ojo”, dejándolos inservibles mediante pulsos ultracortos capaces de impactar a velocidades cercanas a los 300.000 km/h.

El sistema, construido íntegramente con tecnología local, se posiciona como uno de los desarrollos más avanzados en el país desde la década del 80. Y, según especialistas consultados, su aparición no es casual: Córdoba es desde hace años la provincia fetiche de ufólogos, investigadores alternativos y militares retirados que señalan que en las sierras existiría una de las bases secretas más importantes de América Latina.

Rumores, bases subterráneas y un patrón que vuelve a aparecer

Fuentes del Ejército argentino y ex investigadores de fenómenos aéreos coinciden en que, bajo tierra, en la zona serrana, habría una instalación militar operada en conjunto con el gobierno estadounidense. No existen documentos oficiales ni confirmaciones públicas, pero las versiones se acumulan desde hace décadas.

“Recibimos decenas de reportes de avistamientos, luces en movimiento y objetos que algunos describen como aeronaves. Hablamos de tecnología humana, pero secreta. Al menos por ahora…”, explicó uno de los especialistas consultados.

Que un proyecto láser de precisión —financiado de manera privada y sin control estatal— surja justo en este contexto no hace más que reavivar las sospechas.

¿Por qué Argentina está acelerando su aparato militar?

Ex miembros del Grupo Halcón y expertos en antiterrorismo fueron directos: “Las guerras ya no son como antes. Los drones gobiernan el campo de batalla”. Y cuanto más tecnológicos sean —visión infrarroja, insonorización, velocidad, resistencia— más los demandan las fuerzas armadas de cada país.

Argentina siempre se movió entre lo legal y lo clandestino en materia de armamento. Exportó por izquierda y por derecha, voló astilleros y destruyó plantas enteras cuando lo consideró necesario. Pero lo que ocurre hoy es distinto: en apenas dos años, el país compró, fabricó y empezó a vender tecnología militar avanzada. Algo que, hasta hace poco, ni siquiera estaba en agenda.

“Somos un país seguro. Dos atentados en 35 años y un intento de magnicidio. Si viviste México, Colombia o Estados Unidos, Buenos Aires te parece Suiza. Acá hay algo raro, y creo que todos sabemos por dónde viene la mano”, afirmó uno de los especialistas entrevistados.

El proyecto que Macri frenó: armas de bajo costo y baja letalidad

Durante el gobierno de Mauricio Macri, un equipo técnico trabajó junto con miembros del CONICET en el desarrollo de armamento de bajo costo y baja letalidad para operaciones contra el narcotráfico en villas y zonas de difícil acceso. Era una apuesta a mejorar precisión y reducir muertes colaterales.

El plan nunca avanzó. “No lo vieron necesario. Y Bullrich estaba obsesionada con las Taser. Todo lo que no fuera eso, no pasaba”, explicó uno de los técnicos involucrados.

Hoy, mientras empresas privadas producen sistemas láser capaces de neutralizar drones sin disparar una bala, la pregunta vuelve: ¿qué agenda militar real está ejecutando Argentina? ¿Y por qué Córdoba, con sus sierras, mitos y estructuras subterráneas, aparece otra vez en el centro de todo?